29 mayo, 2009

Entrevista a Carlos Campos

Carlos Campos:
“Estoy desilusionado de la U”

El Tanque Campos, goleador histórico de Universidad de Chile”es un eterno agradecido de lo que el equipo azul le dio como persona. Sin embargo, está desilusionado del fútbol porque las barras bravas se han encargado de ensuciar el espectáculo. A sus 72 años, piensa que nunca volverá a ver un equipo tan ganador como en el que él jugó, el mítico “Ballet Azul”.

Por Carlos Carrasco Bravo.
Carlos Héctor Campos Silva, más conocido como el “Tanque” es el goleador histórico de Universidad de Chile y uno de los máximos íconos del Ballet Azul. Tras 45 años de matrimonio, tres hijos y cuatro nietos, se considera un afortunado de lo que su equipo le entregó como futbolista y persona. A pesar de esto, perdió toda relación con el equipo de sus amores cuando le quedaron debiendo cuatro meses de trabajo. Desde hace más de veinte años que el fútbol profesional no lo motiva, cree que las barras bravas han alejado a las familias del espectáculo y por esta razón ha preferido enfocar sus esfuerzos en la formación de jugadores jóvenes.


El Tanque mantiene las ganas de seguir trabajando. Actualmente es profesor de las escuelas de fútbol del Banco Santander. Dice que donde va ha sido querido pero en ningún lado tanto como acá. Cree que este será su último trabajo antes de “irse al cajón”. Ha sido tanto el reconocimiento de sus colegas y sus pupilos que siempre está esperando el día sábado con ansias para compartir con ellos y pasarlo bien. Ha dedicado casi veinte años a dirigir equipos de empresas porque “te pagan el sueldo y te reconocen tu trabajo, cosa que no pasa en el fútbol profesional”. Su tiempo libre se lo dedica exclusivamente a compartir con su familia y a coordinar asados con sus amigos del fútbol. A pesar de que ha tenido complicaciones de salud en los últimos años se siente bien y con ganas de seguir trabajando mientras su cuerpo se lo permita.





Admira a Carlos Heller, el mayor accionista de la U. Piensa que él es la persona indicada para liderar el proyecto de Azul Azul, tras la quiebra del equipo hace algunos años. Sin embargo, cree que no volverá a ver en vida un equipo tan extraordinario como al que él perteneció. Carlos Campos no se plantea grandes metas a su edad. Con una situación económica sólida lo único que quiere es ser feliz, vivir tal como está en estos momentos y poder realizar lo que más le gusta hacer: entrenar, educar y entregar sus valores a los niños.


¿Por qué siempre jugó en la U? ¿No tuvo ofertas de otros equipos?
Sí, me llegaron algunas propuestas pero siempre dije que no porque mi sentimiento por la U era enorme, ellos me formaron como persona. Además, en mi último año de jugador tenía una lesión en ambas rodillas y mi condición física no era muy buena para seguir en el fútbol. Todo lo que tengo fue gracias a mi equipo y el mejor homenaje que podía hacerles en ese minuto era no jugar por ningún otro club. Siempre jugué con mucha pasión y mi ilusión siempre fue dejar un buen recuerdo. Todo lo que tengo se lo debo a la Universidad de Chile.

¿Qué relación tiene actualmente con Universidad de Chile?
Ninguna. Después de que me retiré no fui nunca más al estadio porque no me entusiasmaba. El año 1975 me llamaron de Universidad de Chile para trabajar en cadetes y lo hice hasta el año 1979. El año 1980 me llamó Luis Santibáñez para ser Jefe Técnico Nacional de las series juveniles. Ese año renuncié al equipo y me fui a la Asociación Central de Fútbol a entrenarlos, pero el año 1984 me llamaron de la U para ser ayudante de Ulises Ramos en el primer equipo. Duré un año aproximadamente, y el club ya tenía algunos problemas económicos. Estuvieron más de cuatro meses sin pagarme el sueldo, reclamé y me dieron unas explicaciones ridículas, así que renuncié. Universidad de Chile, el equipo que he amado toda mi vida, me desilusionó tanto que desde ese entonces no he ido nunca más a ver un partido de fútbol profesional.

¿Pero ni siquiera a un partido?
Sí, sólo a uno y fui con nieto porque me rogó que lo acompañara. Fui el año pasado cuando jugó la U con Cobreloa, pero me decepcioné mucho del ambiente que han puesto las barras bravas.

Si Chile clasifica al Mundial y le regalan entradas para ver a la Selección ¿No iría a ver el partido?
Ahí creo que es distinto. Me encantaría volver estar presente en un mundial por tercera vez aunque sea como espectador para saber qué se siente.


¿Por qué nunca entrenó a un equipo en las series adultas?
En verdad nunca tuve interés de entrenar equipos profesionales. En el año 82 me ofreció Deportes Concepción, pero por cuestiones de familia y el poco profesionalismo que mostraban los clubes profesionales no quise hacerlo, hasta que me terminó de desilusionar definitivamente la U. Yo decía que si Universidad de Chile, la institución que más había amado en mi vida, no me respetó como persona, como ídolo que fui en el club, en otro lado menos lo iban a hacer. Y por eso me interesó mucho más la formación de niños en cadetes y escuelas de fútbol.


Su deuda con la Selección Chilena
Carlos Campos ganó seis títulos con Universidad de Chile en un período de 10 años. Su buen rendimiento significó que el entrenador de la Selección Nacional de Fútbol, Fernando Riera, lo considerara en el equipo que jugó los Mundiales de Chile 62 e Inglaterra 66. A pesar de tener un buen desempeño mientras defendió a “La Roja”, nunca alcanzó la titularidad definitiva en el equipo.

A pesar de que fue máximo goleador en tres campeonatos y siempre tuvo un buen rendimiento en su equipo nunca se consolidó como titular en la selección ¿A qué atribuye esto?
Sinceramente en la selección tuve un gran problema, y fue que existía un jugador mucho mejor que yo llamado Honorino Landa. Solamente fui titular cuando lo expulsaban o cuando estaba lesionado. En las clasificatorias para el Mundial de Inglaterra jugué casi todos los partidos pero él se recuperó de sus lesiones y yo fui reserva de nuevo.

Tiene que haber sido frustrante para usted tener ser suplente en la selección siendo que era figura en su equipo…
La verdad es que no. Siempre con Honorino fue bien peleado el puesto. Él nunca fue goleador del campeonato pero era un jugador más completo que yo, tenía buen dribbling y se merecía el puesto. A mí me no me importaba mucho si jugaba él o jugaba yo porque fuimos muy amigos hasta que murió. Nunca me amargué porque él era titular.

¿Por qué recuerda con tanta nostalgia a Honorino Landa?
Éramos grandes amigos y su muerte me afectó mucho. Cuando falleció fui a su velorio y al verlo dentro del ataúd mi sensación fue terrible. El Honorino que estaba en el féretro no era ni parecido a como era en vida. Desde ese entonces nunca más he mirado a un muerto en una urna porque la impresión que me dejó fue terrible. Prefiero recordarlo como un gran amigo.

Un “Tanque” de carne y hueso
Carlos Campos tiene 72 años y todavía trabaja. Entrena a las categorías infantiles y juveniles del Banco Santander y le fascina ser parte del proceso formativo de niños y jóvenes. De vez en cuando hace asados en su casa con su equipo de trabajo, como también reuniones con viejos amigos del fútbol. Con frecuencia lo saludan en la calle y lo felicitan como jugador, a pesar de que no juega fútbol hace cuarenta años. Todo esto lo llena de orgullo.

¿Cuál es su situación económica actual?
Gracias a Dios, siempre he tenido un buen pasar. Cuando jugaba fútbol gané harto dinero porque fuimos campeones varias veces con el “Ballet Azul”, y recibíamos bonos por los títulos. Además, estuve en dos mundiales (Chile 62 e Inglaterra 66) y tengo tres bienes raíces. También recibo una pensión por haber trabajado 25 años en la Facultad de Ciencias Físicas y Matemáticas de la Universidad de Chile, más una asignación que el presidente Frei el año 1995 le regaló de por vida a los mundialistas del 62. Ahora trabajo con el Banco Santander representando a las escuelas de fútbol de aquella institución.

¿Mantiene amistad con alguno de sus compañeros de equipo?
Claro que sí. Nosotros tenemos un grupo todavía que se formó cuando jugábamos. Con Braulio Musso, Hugo Villanueva y Manuel Astorga nos juntamos al menos una vez cada tres o cuatro meses, pero mantenemos un contacto telefónico frecuente. El otro del grupo era Humberto Donoso, que falleció hace un tiempo. Hasta hace 7 años atrás siempre íbamos rotando las casas e y llevábamos a nuestras señoras a comer, pero cuando falleció Humberto su esposa nos pidió que nos reuniéramos como siempre pero en su casa. En ese grupo lo pasamos muy bien y además, que ellas se llevan genial. También soy muy amigo de Sergio Navarro, el capitán de la selección del 62, soy padrino de su hijo y también nos comunicamos mucho.

¿Su salud como ha estado en el último tiempo?
Bien en general pero con algunas complicaciones mínimas. El año 2007 me diagnosticaron unas arritmias pero me las quemaron casi todas y quedé bien. También tengo diabetes pero en grado mínimo, así que tengo que cuidarme mucho con el tema de las comidas. Hace un tiempo me detectaron un problema de coagulación sanguínea pero estoy con medicamentos y me he mantenido estable. Desde hace dos años que me he cuidado bastante y no he tenido ningún problema mayor.

Han pasado cuarenta años desde que se retiró del fútbol profesional ¿Lo reconoce la gente en la calle actualmente?
En todos lados me saludan, y gente de todas las edades. Cuando estaban los buses amarillos los conductores me decían “pase gratis, cómo le voy a cobrar a usted”. Y en el Transantiago me vio un chofer y me dijo: “usted no paga, pase no más”. Hace dos años fui a comer con mi hijo y mi nuera a “La Piccola Italia” de Providencia y se acercaron dos jóvenes que estaban a un par de mesas. Se arrodillaron al frente mío, me pidieron un autógrafo y me felicitaron por todo lo que hice por la U cuando fui jugador. Siento un orgullo muy grande y todo esto se lo debo al fútbol.

¿Usted piensa que de aquí a los años que le restan en vida volverá a ver una generación de futbolistas como la del “Ballet Azul”?
Imposible, porque cuando la U estuvo a punto de irse al descenso el año 1954 se hizo un trabajo a largo plazo en las series menores. Se dieron 10 años como tope máximo para mejorar el rendimiento del equipo y ya en 1959 fuimos campeones, y desde ese momento hasta 1969 logramos seis campeonatos nacionales, hasta 1969. Actualmente las planificaciones en cadetes son año a año y si no se logran los objetivos se hace un nuevo proyecto y así nunca se va a lograr algo bueno.

¿Algún sueño que le quede por cumplir?
No he pensado nunca en algo así. Lo que sí me gustaría es vivir tal cual como ahora, no con enfermedades terribles. No poder salir y estar privado de compartir con niños y jóvenes es algo que no me gustaría vivir. Siempre he valorado más que un jugador de fútbol la persona, y si creo que puedo ser un aporte en la formación valórica de niños y jóvenes lo haré hasta que mi cuerpo resista, porque así soy feliz.




Cambié mi matrimonio por un clásico contra Colo Colo

El Tanque Campos, goleador histórico de la U, tuvo que postergar su matrimonio un día debido a la reprogramación de un partido de fútbol. “Para poder casarme había que pedir autorización al equipo con dos o tres meses de anticipación. Con mi esposa programamos el matrimonio para el sábado 19 de enero, avisé en el equipo y en la Asociación Central de Fútbol, pero 15 días antes cambiaron la fecha de un partido y los dirigentes de la U me dijeron que tenía que cambiarla porque tenía que jugar sí o sí contra Colo Colo. Les dije que ya había enviado los partes y estábamos en los últimos preparativos, pero me dijeron que era imposible que no jugara el clásico. Antes del duelo salieron en portada de diarios titulares que decían “El Tanque cambia la fecha de su matrimonio para jugar contra Colo Colo” y cosas por el estilo. Jugamos con un Estadio Nacional repleto y no solamente anoté tres goles, sino que nunca en mi vida la barra de un rival me había hecho recordar tanto a mi madre. Finalmente ganamos 6-3, me casé el 20 de enero y el día lunes apareció en la portada del diario Clarín una foto mía que decía “Se casó el Tanque”.