Este 2011 ha estado marcado por las movilizaciones. El año pasado la atención pública estuvo centrada, principalmente, en los efectos del terremoto, los avances en la reconstrucción, el conflicto mapuche y los 33 mineros de Atacama, y quizás en algún otro tema. Situaciones que sin duda desviaron la atención de los chilenos respecto a otras materias. La eficacia con que actuó frente a la emergencia es prácticamente incuestionable, y así lo reflejan distintas mediciones. Cuando rescataron a los mineros la aprobación del ministro Golborne superó el 90%, mientras que la del ministro de Salud superó el 60%. Y el Presidente Piñera reafirmó una de sus principales atributos: su liderazgo.
Pero eso fue el 2010. El 2011 es un nuevo año, con nuevos problemas por resolver y con nuevos desafíos por cumplir. El año pasado los movimientos ciudadanos no fueron protagonistas en la sociedad. En los medios de comunicación prácticamente no se tocaron, al menos no un gran conflicto como los que hemos visto en estos últimos seis meses.
En enero fue el conflicto del gas en Magallanes. Una ciudad entera en paro. Miles de puntarenenses movilizados en las calles, bloqueando caminos y pidiendo al Gobierno explicaciones por la decisión de aumentar por sobre el 15% el precio de ese combustible, de vital importancia para el funcionamiento de la región. El ministro de Energía de ese entonces, Ricardo Raineri, tuvo que dejar su cargo. Las respuestas no convencieron a los magallánicos. El gobierno debió revertir el alza y reajustarla sólo de acuerdo al IPC. Poder ciudadano 1 – Gobierno 0.
Ese conflicto marca el inicio de los nuevos movimientos ciudadanos. Si el año 2006 la “Revolución Pingüina” fue organizada en asambleas estudiantiles, ahora las movilizaciones y protestas se arman por Twitter o Facebook. En noviembre del año pasado Piñera aseguró que no subiría el precio del gas en Magallanes. Esa promesa fue publicada a través de un video en las redes sociales. Fue el respaldo del petitorio de los magallánicos. No pidieron rebaja en el costo, sólo que se respetara la promesa que el Presidente había hecho en aquella ocasión.
Un par de meses después viene el caso HidroAysén. Multitudinarias protestas por más de 7 días consecutivos fueron protagonistas después de que el Servicio de Evaluación Ambiental de la región de Aysén aprobara el megaproyecto energético casi por unanimidad. Y el principal medio para convocar a las manifestaciones fue internet, las famosas redes sociales. Incluso “Residente”, de la banda de música urbana Calle 13, manifestó en su espalda su apoyo a Patagonia Sin Represas, ONG que se opone a la construcción de las cinco centrales hidroeléctricas entre los ríos Baker y Pascua.
Ahora están en paro los estudiantes secundarios y universitarios, que exigen educación pública y una nueva constitución, entre otras muchas cosas. Si al principio algunas marchas pacíficas terminaron en desórdenes, las últimas han sido bastante ingeniosas. Desde una multitudinaria coreografía de la canción “Thriller” de Michael Jackson en el centro de Santiago hasta la recreación de suicidios masivos en distintas regiones del país marcan el rechazo a las políticas del Ejecutivo, cuyas propuestas no convencen a los jóvenes a dejar de manifestarse.
Así han evolucionado en los primeros seis meses del 2011. Quizás con qué tipo de manifestaciones terminaremos este año.